domingo, 19 de diciembre de 2010

El otro lado de las criticas a Burga

Opinar acerca de la reelección de Burga como presidente no es simple.
Creo que es negativo que una persona se atornille demasiado tiempo en un cargo. Ello podría hacernos dudar de los verdaderos intereses que tiene uno para perpetuarse en un cargo. Entre estos intereses: el poder, los contactos, el dinero, estatus, autoestima, etc. En fin, muchas cosas la verdad.

Esta reelección ha generado en un sector grande de la prensa deportiva las debidas suspicacias y su rechazo total. Dicha prensa no critica solamente la nueva elección de Burga, sino también su gestión a lo largo de todos estos años.

Antes de continuar con mi idea, quiero dejar en claro que su gestión no ha sido de mi mayor agrado y que también rechazo su reelección. Hay cosas que se han podido pensar, planificar, dirigir y decidir de una mejor manera. Por ejemplo, son muy cuestionables las decisiones tomadas y el manejo en relación con la baja, las divisiones menores o la elección de los técnicos.  También, a muchos no nos ha gustado que los dirigentes solo estén para las fotos y no realmente con el equipo, que se cambien los estatutos a cada momento, la forma en que se llevan a cabo las elecciones, etc.

Es rarísimo que actualmente un 92% de la población lo rechace y que solo un puñado de casi 15 personas decida seguir manteniéndolo. ¿A cambio de qué? ¿Cuáles son los beneficios?

Si bien es muy criticable la gestión de Burga y su reelección como presidente, así como también es entendible el rechazo de la población hacia este personaje, hay ciertos aspectos en la manera de criticar de la prensa  y de la población a lo largo de estos años que también dan que pensar. Es aquí donde quiero hacer hincapié.

El caso de Burga es un poco parecido a otros casos como el de Pizarro, Manco, Guerrero, Juan Diego Flores o casos de jefes o líderes de opinión en casi cualquier ámbito. Los casos son distintos, pero estos comparten una lógica parecida.

En esta lógica muchos utilizan religiosamente a estos personajes que se consideran líderes o que tienen un cargo como jefes para alimentar la propia autoestima.

Primero nos sentimos orgullosos de sus logros y hasta parece que nos sentimos parte de ellos. Luego, los endiosamos, los convertimos en héroes y los idealizamos al infinito. Nos agarramos de ese éxito para impulsar nuestra ya mencionada débil autoestima (individual, nacional, etc.)

Tras ello, al mínimo error o conducta que se juzgue poco digna de un personaje celebre, se despiertan en nuestra mente aspectos subrepticios y, en consecuencia, los hundimos furiosamente. A través de la critica (en algunos casos desmesurada) se desfogan rencores, envidias, temores, emociones y algunos otros ingredientes complejos al interior del exquisito platillo de la mente de un ser humano (complejísima si se trata de la mente de un peruano por cierto) y se logra, por lo menos a corto plazo, levantar un poquito el autoestima. Son estos ingredientes precisamente los que si no son controlados adecuadamente van a obstruir e impedir la objetividad de la crítica.

Recuerdo que hace poco Guerrero era el jugador más reconocido por la afición. No sé exactamente cuándo se derrumbó su imagen tan rápido. Recuerdo cuando Farfán recién se iba a Alemania, todos lo querían y tampoco sé cuándo lo empezaron a odiar tanto. Recuerdo como todos amaban a Manco y que ahora para muchos no es más que un ser detestable. Nunca hubo un punto medio en la valoración de estos personajes. O bien fueron héroes nacionales o reverendas "cagadas".

¿Qué es lo que realmente se espera de estos personajes? ¿Qué tan ingenuos podemos ser o qué tanto nos hacemos los ingenuos? ¿Por qué los endiosamos tanto? ¿Por qué los tumbamos de esa manera? ¿Por qué solo consideramos los extremos? Si bien hay aspectos criticables en estos personajes, también los hay y muchos en nosotros.

Por otro lado, es cierto que a Burga no se le reconoce  un logro anterior del cual podamos sentirnos orgullosos (sería el colmo), pero el hecho de estar en una posición de líder genera ya ciertas expectativas (lo cual es normal). Sin embargo, creo que muchas de las expectativas que tenemos (los peruanos) es que estos líderes lo hagan todo. Nos olvidamos de que el trabajo por el crecimiento del fútbol peruano es un trabajo en el que hay muchas otras partes involucradas como: jugadores, entrenadores, empresarios, preparadores, médicos, psicólogos, periodistas, otros dirigentes, etc. Criticamos y solo criticamos (qué fácil es criticar). Atribuimos y concentramos toda la responsabilidad en una sola persona. ¿Por qué tanta responsabilidad y poder en una sola persona? ¿Será que nadie quiere asumir un poquito de responsabilidad?

Nosotros mismos somos los que les damos tanto poder al comienzo a ciertos personajes, después no jodamos pe.

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