jueves, 7 de octubre de 2010

Los errores de Dunga en el mundial



Dunga es un buen técnico. Trabaja, da seguridad, es firme, es líder y sabe comandar un equipo.
Brasil con él se convirtió en un equilibrado, compacto y directo. Su propuesta no era mezquina como muchos piensan. Tampoco era un equipo defensivo, sino que hacia muy bien el retroceso y de ahí un buen contragolpe. Ser equilibrado no significa ser defensivo.
El equipo se había consolidado como equipo durante todo su proceso y en el mundial siguió mostrando esa firmeza.
Entonces, ¿cuáles son los errores que tuvo Dunga al frente de Brasil?
Si bien no fue mezquino con el planteamiento, si lo fue con la convocatoria de sus jugadores al mundial. Había jugadores con mayor calidad que algunos que llevó al mundial. Este es un torneo en el que las cosas cambian constantemente. A veces defiendes, a veces atacas, a veces tienes que tener el balón, etc. En el mundial, el equipo titular era bueno, pero  daba la sensación de que en el banco de suplentes había muchos jugadores que cumplían labores más que todo defensivas o que no estaban al nivel de las estrellas no convocadas. En pocas palabras, daba la impresión de que no había con qué. Estas estrellas pueden resolver un partido o pueden comandar un equipo con liderazgo (ser un líder futbolístico o de personalidad). Entonces, por ejemplo, en el partido ante Holanda, Brasil dominaba el partido. Sin embargo, cuando le voltean el partido no supo reaccionar. En el banco, no había los suficientes jugadores ofensivos y tampoco los que estaban tenían gran calidad.
Así, hicieron falta jugadores como Pato, Diego, Ronaldinho, Ganso, etc.
Hubo cierta mezquindad para la elección de jugadores. No me explico cómo dejó de lado a Andre Santos, Maxwell o Marcelo para la posición de lateral izquierdo y tuvo que improvisar a Michel Bastos. También, prefirió volantes como Felipe Melo o Kleberson que a mi parecer son de mucho menor calidad que Thiago Motta (uno de los mejores volantes mixtos del mundo), Hermanes, Lucas, Jucilei, etc.
En conclusión, Brasil en el Mundial era un buen equipo, pero al que le faltaban variantes ofensivas. Había falta de creatividad, algo que sobra en ese país, algo que es parte de la identidad de ese país, algo que no se puede, simplemente, olvidar.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El piloto


Quería ser piloto…
Pensé, “aquí soy libre de decidir lo que quiero ser; no será difícil, pues si me esfuerzo saldré adelante”.
Sí, tuve la opción de ser piloto. Mientras otros estudiaban en la universidad yo buscaba ser piloto a como de lugar. Cuando me gradué de piloto estaba feliz, era lo que yo había escogido ser.
Pasaron los años y solo a veces era feliz. No ganaba mucho como piloto, me recortaban los sueldos mientras que yo tenía más pagos, empecé a tener deudas...
Al menos a veces fui feliz, como cuando venían algunos clientes y me veían como alguien importante o como un especialista.
Siguieron pasando los años y tuve un hijo. Lo crié bien, creo, lo llevaba a pilotear de vez en cuando.
“La comida cuesta mucho…el colegio también”. Sin dinero, tuve que usar mi tarjeta de crédito.
“Las tarjetas de crédito, ¡qué joda! Debo una millonada ahí y solo por comida, ropa y colegio”.
No solo estaba el gasto del colegio de mi hijo, sino que yo estaba siguiendo un curso de especialización para pilotos, pensé que con este ganaría más. Ahora lo he tenido que dejar porque debo pagar lo de mi hijo, “con tantas deudas y multas por no haber pagado a tiempo el curso me ha salido caro”.
Aparte de ser piloto, he tenido que repartir periódicos, hacer taxi, posar desnudo para algunos estudiantes artistas…trabajos menores, “cachuelitos”. Por donar órganos pagaban bastante; un amigo piloto creo que lo hizo. Pero yo tenía miedo, por que pensaba que me podía morir.
Mi hijo ahora tiene 17 años y no quiere ir a la universidad, también quiere ser piloto. Y si bien la carrera de aviación no cuesta mucho, aún así no me alcanza para pagarla. “La verdad no quiero que sea piloto”.

¡Oh Dios, que tonto fui!, hubiera preferido trabajar en otra cosa. ¿Perseguir mi sueño?, sí fue bonito en un inicio, pero después fue una pesadilla.

Recuerdo en las reuniones de ex alumnos a muchos amigos que trabajaban en otras cosas más serias. Tenían dinero, una linda familia creo, no lo sé; por lo menos no vivieron mi pesadilla.

Ahora no sé que hacer, “Creo que trabajaré en Chillis. Pagan regular, a veces, hasta más que como piloto”.
¡Cómo pude perder el tiempo tratando de ser piloto, cuando pude haber sido otra cosa! Ya soy viejo.
“Acabo de encontrar un buen trabajo. Me pagan bien. No hago lo que quiero, pero creo que me acostumbraré. Solo tengo que vender unos productos para una pequeña empresita…creo que trabaja con el extranjero. Parece bueno. Ahora sí llevo el pan a mi familia. Hasta panetón.”
“Sería bueno que el seguro de mi pensión no fuera tan costoso, al menos es  un tanto bueno, porque si me pasa algo mi esposa y mis hijos tendrán una ayudadita”.
“Creo que mis hijos están mas alegres ahora”.

Se anunció que la empresita podía quebrar. Lo bueno es que por esa época había un candidato a la presidencia que decía que nos iba a ayudar. Todos iban a votar por él en el trabajo, había que votar por él, no vendría mal anuncio la empresa este bien y así pueda ganar más. Pagaría mis deudas y ayudaría a mi familia.

Bueno, fue bueno mientras duró, La compañía cerró. “¡Que cólera!”, no me pudieron pagar los sueldos de los últimos meses. Había trabajado mucho, hasta más que esos jefes que solo tomaban café cuando nos visitaban. Daban unas cuantas órdenes. Siempre nos hacían trabajar un poco más de horas y nos decían que habíamos entrado en una pequeña recesión por lo que nos pagarían un poco menos. Una que otras veces organizaban fiestas grandes. Eso sí me gustaba.

Estaba en bancarrota ya la pobre empresa. Creo que se la vendieron a otra empresa más grande. “Qué cólera. ¿Qué haré ahora siendo tan viejo? Buscaré trabajo en esa empresa grande…”

“Estoy mejor, conseguí trabajo en Mc Donalds. Hay un trabajo como parte del programa para el adulto mayor. Solo tengo que freír hamburguesas y ya”.

Hubiera preferido hacer otra cosa la verdad, trabajar en una empresa no como obrero, sino como empresario. Mis padres tenían un poco de dinero y creo que hubieran podido pagarme una carrera. Hubiera sido lo mismo, deudas y todo, pero no hubiera estado en esta situación.

Mis hijos me quieren, pero siento que nunca les di mucho. Que tonto fui, caray.

De como una discusión en un partido de fútbol puede pintarnos un escenario politico


Tevez se quiso pelear con  el dt Mancini el fin de semana. El técnico se quejaba por que su equipo no mostraba actitud y Tevez sostenía que el equipo estaba mal parado y que era muy defensivo.
La formación del Manchester City  es un tanto defensiva como dice el " apache" Tevez.
Quizás tenga razón " carlitos". Y es que Mancini no aprovecha los jugadores que tiene y ha contratad en ofensiva. Está, simplemente, copiando un sistema que se ha puesto de moda con el Barcelona: el 4-3 -3.
Este sistema tranquilamente se puede adaptar al equipo ingles, pero no se utilizan los jugadores para interpretarlo.
En primer lugar, por la banda izquierda utiliza a Lescott como lateral izquierdo. Un jugador más habituado para ser central y que no propone en ataque.
En segundo lugar,  pone un volante ancla como De Jong y a dos volantes mixtos que hacen lo mismo y que se parecen mucho, Yaya Toure y Barry. Los dos dan equilibrio, tocan y por juego  tienden a fijarse en una posición. Eso hace que ambos choquen, que el juego sea más lento.
En la delantera se aprovecha bien las puntas, pero el centrodelantero quizás no deba ser Tevez, sino un jugador más de área. Así, Tevez puede salir a los costados a generar fútbol y ya no va a tener esa necesidad de salir de posiciones de ataque (dejando un vacío en el área) para generar ataques.
El Manchester City no utiliza a los jugadores necesarios para utilizar este sistema, pero es una tendencia fuerte copiar lo exitoso, como el 3 -5- 2 a comienzos de este milenio. Incluso, la gente cree que esta tendencia se debe conservar y que es la mejor, por lo que no es necesario hacer más. Solo debemos copiar y ya.

Lamentablemente, copiar es no pensar. Seria mejor aprender, pero los tiempos modernos, los cuales nos empujan a resultados a corto plazo  conllevan a muchos a copiar (y no hay nada de malo en tener un poquito de éxito de vez en cuando y ganar plata: puede pensar un entrenador).

Los tiempos cambian, constantemente, y como seres humanos nos debemos adaptar. Para ello tenemos que pensar y el copiar nos hará quedarnos en el pasado: no evolucionaremos. Como todo cambia, quizás es hora que cambie la tendencia capitalista que rige gran parte del mundo, quizás estamos conservando un sistema que ya es retrógrado e injusto y, quizás, nosotros como peruanos creemos que esta bien por que lo utilizan otros.
Mancini y muchas otras personas se pueden sentir tentadas de copiar la moda del momento, pero quizás esta ya este cambiando en el mismo instante en que se están comprando su  nuevo traje.

la nueva formacion de Peru: 3-3-1-3

















Un 3- 4 - 3 que se parece mucho al que utilizó Bielsa en el mundial. Dicho sistema que se probará frente a la selección de Costa Rica el viernes 8 de octubre tiene sus virtudes y sus defectos.


Virtudes:


- En la línea defensiva: a falta de laterales es una opción para las eliminatorias. Hay mayor cantidad de defensas centrales y laterales defensivos que la pueden hacer de stoppers, que laterales ofensivos. A este sistema se acomoda mejor Revoredo, Vilchez, Rabanal, Galiquio, Rodriguez. Como libero puede surgir Acasiete o Zambrano.

- Le permite a Vargas jugar volante- lateral y así aprovechar mejor su potencia en ofensiva.

- Ante la nueva generación de jugadores en ofensiva, tener la posibilidad de tener a 3 en cancha no suena nada mal. Se podría aprovechar la velocidad del "zorrito" Aguirre, la habilidad de Cristian Cueva, a Joel Sánchez, Manco, Farfán  hasta el mismo Guerrero o en un futuro (si continúan progresando) Joazinho Arroe o André Carrillo.

-Permite tapar las bandas en el medio campo.

- Tener presencia de área con Pizarro, Rengifo, José Carlos Fernández o hasta Fano.

- Permitiría a un equipo jugar muy bien al contragolpe, pues si se defiende tranquilamente este sistema se moldea a un 5-2 -3.


Defectos:

- Una línea defensiva que necesita mucho trabajo, pues hacer línea de 3 es difícil por el tema de la coordinación, los tiempos, etc.

- Puede haber dependencia de un organizador que no se sabe si existe: Ramirez, Sheput, D, Neyra, ¿alguien más?

- Sin trabajo este sistema puede aislar todas las líneas.


Creo que a falta de organizador este sistema podría ser mejor si en vez de utilizar un 10, utilizamos a un jugador mixto.

Para el partido con Costa Rica creo que a R. Torres le va a costar estar solo de volante de contención, pues es más un jugador mixto. Se dependería mucho de lo que haga Ramírez para conectar la volante con los puntas. Mejor creo es tener un mixto como Quinteros, Hinostroza, R. Cruzado.

Farfán puede que se siente cómodo por esa banda y para Chávez es una gran oportunidad para demostrarnos si esta apto para la selección.

Guizasola creo que libre podría ayudar mucho en el ataque por las bandas. Rabanal creo que más cómodo le sienta venir desde atrás, hasta mejor creo que como stopper.

Finalmente, este sistema puede servir cuando están los jugadores que puedan interpretarlo, pero creo debe haber mucho trabajo, sobre todo en la línea defensiva.





domingo, 3 de octubre de 2010

Un borracho en San Miguel

-Mamá voy a salir a jugar partido- dije yo apuradísimo.

- Ya, cuídate – gritó mi mamá a lo lejos.

Salí corriendo por la puerta principal de mi casa apuradísimo y excitado. Era como si estuviera tocando Led Zepellin en mi ¿jardín?, aquel terreno sucio y baldío que habíamos bautizado con diversos nombres como “Cerro de Pasco” y que estaba al frente de mi casa en el parque.
Al llegar veo que algunos de mis amigos ya estaban jugando a darse pases con la pelota. Saludo a uno que otro y me integro en el jueguito de los pases.
Eran ya casi las 3 p.m y todavía no llegaban todos a “la pichanguita”. Eso me molestaba infinitamente, no lo podía concebir. Teníamos que aprovechar el tiempo para poder jugar más tiempo, por lo menos hasta las 8 p.m. Debido a que algunas mamás de mis amigos se molestaban si estos llegaban tarde, teníamos que comenzar lo antes posible. Por ello, calculando desde las tres hasta las 7, íbamos a poder jugar lo suficiente y de ahí ya nos poníamos a jugar otra cosa hasta las ocho.
De pronto, de a pocos fueron llegando de almorzar los que faltaban a la " Bombonera" sanmiguelina (o Cerro de Pasco), estadio que servía de cancha provisional, pues siempre ansiábamos  jugar en el Old Trafford de Pando. A diferencia de " La Bombonera", esta era una loza deportiva gigante ubicada entre los árboles del parque.
Mientras esperábamos a estar completos, Guallo nos propuso jugar “al relojito”. Para mí ese era un reto de vida o muerte y equiparable a los del juego de La Oca, un programa que por aquella época nunca me perdía.
Sentía que esta vez sí podía ser “el campeón del relojito”, un torneo que con el tiempo había adquirido mucha importancia. Lograr un puesto entre los mejores en este torneo te elevaba a la respetadísima posición de “gran relojero”, condición que te permitía ser venerado por algunos días.
Sentía que podía ganarle a mis más directos rivales: Guallo y Benja.
Guallo no era un gran jugador de fútbol, pero dominando el balón era uno de los más técnicos, un clase A que ya tenía mucha experiencia en estos torneos. Tanto así que a su corta edad ya se había ganado el apodo de “el veterano”. En cambio, Benja era un jugador completo: bueno jugando y bueno dominando.
De los 12 que ya éramos, 8 empezamos a jugar “al relojito”. Todos estaban con ganas de ganar, hasta los más malos en estas artes como Juanito, quien se caracterizaba más por su juego fuerte y por su buen disparo en la cancha. La competencia estaba durísima y tenía que hacerlo bien.  Decidí y me propuse la firme idea de que debía concentrarme en hacer bien mis pataditas y no reírme en ningún momento ni entrar en la chacota con el grupo.
Estaba de un momento a otro bien serio, tan serio como Clint Eastwood en sus películas.
De repente, empezó el torneo y el primero tenía que hacer una patadita. Yo era cuarto en la redondela que habíamos formado y tenia que hacer 4 pataditas sin que caiga al piso la pelota.
-         Las hago al toque- pensaba.
Pero no podía confiarme por que antes ya había perdido al no esforzarme lo suficiente.
Mientras Jorge hacia sus 3 pataditas, sabía que cuando llegaramos a 20 “la cosa iba a estar candente”.
Hice mis 4 y tranquilo. Le tocaba a Diego hacer sus 5 y a esperar a que me toque de nuevo.
Mientras nosotros jugábamos, junto al árbol  se pusieron a conversar otros amigos sobre algunas chicas que caminaban por ahí. Estaba Cristian, quizás el mejor jugador del fútbol entre nosotros por aquella época; Danielito, el hermano de Juanito, quien no jugaba tan bien fútbol; Genaro, un amigo que era mayor que nosotros; y Mauricio, el hermano menor de Diego.
Le tocaba a Benja y rogaba para que se le caiga el balón. Pero era muy técnico el chato ese. Era  un poco mayor que nosotros y tenía mucha confianza. Sin embargo, me daba la impresión de que no sentía tanto el fútbol, no como Diego. Este último jugaba muy bien. No tenia tanta técnica para las pataditas, pero se esforzaba bastante e iba mejorando. Creo que era por que le gustaba mucho los retos y jugar partido. 
Ya cuando faltaban dos para que me toque de nuevo, me di cuenta de que alguien estaba pasando por el caminito que dividía el parque y que estaba junto a mi jardín. Cuando ya faltaba uno para que me toque, dejé reposando un rato al silencio y le dije a Juanito que había un tipo mirándonos jugar.
-         Parece un borracho- exclamó Juanito a la vez que se dibujaba una sonrisa en su rostro.
No me podía desconcentrar, pues ya era mi turno. Hice las pataditas que tenía que hacer y trate de seguir concentrado.
-         Fácil le gusta vernos jugar y no es borracho- dijo Diego tímidamente.
De pronto y confirmando algunas expectativas, el borrachito se puso a cantar muy alegre mientras hacíamos las pataditas, se notaba que estaba borracho.
-         A comer pastel, a comer lechón, arroz con gandul…- cantaba el borrachito.
Todos reían, pero nadie se descuidaba  por que la competencia era ardua.
“El borracho" era un tipo un tanto mayor, quizás bordeaba los 50 años. Era delgado, muy colorado y llevaba un saco marrón, una camisa blanca y tenía el gesto que tenían todos los señores en esas fiestas para gente mayor en la que tomaban cerveza: sin duda estaba borracho.
Sacó una botella del bolsillo de su saco y bebía de tanto en tanto. Sus cánticos y sus chistes nos divertían. No solo ya lo habíamos contratado como cantante, sino también como comentarista. No tenía nada que envidiarle a Barnechea o Beingolea. Cada vez que alguien empezaba a hacer pataditas él la comentaba como si fuera un partido de Brasil vs Italia.
-          La agarra el gordito y la levanta con precisión…que maestro…- exclamaba el borracho mientras que Juanito se inflaba y se ponía todo rojo.
La competencia seguía y dos ya habían sido eliminados: Rafa y Juanito. Eran candidatos fijos a perder, por que las pataditas no eran lo suyo.
El nivel de dificultad era mayor, pues ya habíamos llegado a las 15 pataditas. Fueron perdiendo uno por uno al ritmo de la música de fondo del borrachillo hasta que quedamos finalmente 3: Benja, Guallo y yo.
En la historia de este torneo hubo finales inolvidables en las que con Guallo o el mismo Benja llegábamos a 100 pataditas o más.
A decir verdad, cada uno tenía su buen currículum: yo venía de entrenar en Coca Cola en la Videna, donde fui campeón en el torneo de pataditas al hacer 180, o sea ya me había ganado mi respeto.
Guallo, según él, también era campeón en su colegio. Si era mentira, no importaba, igual ya conocíamos sus habilidades.
Sentía que esta vez podía campeonar. El borracho desde su lugar en el caminito nos daba consejos a los tres. Nos reíamos todos, pero lo escuchábamos.
-         Yo he sido jugador de fútbol, en el mítico Atlético Chalaco- exclamaba con orgullo el borracho.
-         Yo lo conozco- le respondí.
-         Mi tío me había contado varias historias desde chiquito de ese equipo que ya no era muy conocido- sostuve entre serio y nostálgico.
Nos dijo que debíamos darle a la pelota con el empeine y suavecito para que sea mas fácil.
Después de algunos consejos nos alentó para que siguiéramos con el relojito, pues tenía que haber un campeón.
Tenía razón, alguien tenía que campeonar y ese tenía que se yo. Durante todo el torneo mientras cantaba el borracho me reía y me inspiraba. Pero ahora necesitaba paz y tranquilidad; necesitaba concentrarme.
El turno era de Benja. Tenía que hacer 58 pataditas. El borracho empezó a entonar una nueva canción de salsa y yo lo observaba. Cuando jugábamos una sonrisa interminable se posaba en su rostro, pero cuando dejábamos de jugar se perdía entre la maleza, el jardín y el piso.
Pero poco importaba eso y en verdad ya me hartaban sus canciones por que debía ganar. Tenía que concentrarme y sus alaridos empezaron a incomodarme.
A Benja se le cayó dos veces el balón y esta era su última oportunidad.  De repente  hizo 81 de las 58  que tenia que hacer y seguía en carrera.
Me tocaba a mí. Estaba un poco desconcentrado
-         Vamos sobrino, fuma el barco, fuma el barco- volvió a cantar el colorado borracho.
Se me cayó la bola cuando iba 20 pataditas. Era mi segunda oportunidad y me dieron ganas de callarlo. Parecía no entender la importancia de este suceso. Tenía que hacer 56 y hice 45. Mi tercera oportunidad me obligaba a cumplir con la cuota. Todos me miraban, todos estaban atentos.
Iba 30 pataditas y me sentía nervioso. Mientras yo llevaba la cuenta en mi cabeza el borracho cantaba con más empeño. Yo decía 31, y el borracho decía gandul, yo decía 32, y el borracho decía sabor, yo decía 33, y el borracho decía salsa. Dejé de llevar la cuenta cuando todos empezaron a aplaudir mientras el borracho cantaba. Eso me gustó, me confundí con el ritmo y me afané.  Parecía que nunca se me iba a caer la pelota y de repente se cayó.
No sabía cuántas había hecho. Tenía miedo, creía que había perdido y estaba a punto de estallar. Nadie me decía nada y tampoco quería preguntar. Me quedé en silencio esperando que alguien se anime a dar  el veredicto final. Todos seguían sin hablar.
-Bien sobrino- dijo el borracho.
Escuche por ahí que me había hecho como 83 pataditas. Respire tranquilo y me hice el que ya sabía cuantas había hecho.
Le tocaba a Guallo hacer 56 e hizo 102 con fácilidad en su primera oportunidad, casi sin sudar el conchesumadre.
Seguimos sin dar tregua por buen rato. Nadie quería perder. Todos tenían sus favoritos. Unos votaban por mí, otros por Guallo y otros por Benja.
Llegamos a 80 y Benja ya estaba cansado. Perdió así nomas, no pudo en su tercera oportunidad.
-         Mucha cosa, ya estaba cansado- dijo mientras se sentaba junto a todos cerca al árbol.
Quedábamos solo Guallo y yo.
Hice las 80 en mi primera oportunidad y se la pase a Guallo. Este cogió la pelota e hizo 135 pataditas. Sí, 135 exactamente por que las conté una por una. Me la había puesto difícil.
Era el torneo más largo de todos, tan largo como las batallas de los mil años de los caballeros del zodiaco. No solo eso, era el mejor torneo por todo. Había  música, expectativa, bailes y aplausos.
El borracho empezó a cantar justo antes de que empiece a dominar la pelota. Sí puedo, me decía a mi mismo. Estaba concentrado y ya cuando iba 50 escuchaba como la gente murmuraba. Podía sentir como la gente se afanaba. Le podía ganar a Guallo pensaban todos y también yo. Conté cada una de mis pataditas. Utilicé la cabeza, el muslo, el pecho y ambos pies. Cuando iba 155 sentía que el borracho estaba alegre, había dejado de cantar y me alentaba para que siga por más.
Llegue a 198 pataditas esa vez. Me sentí como Van Basten, como Oliver Atom. Levanté la mirada y Diego me dijo que había hecho bastante. A lo lejos todos corrían a la cancha de fútbol del parque. Se habían ido “los grandes”, esos que nunca nos dejaban jugar, y era nuestra oportunidad para utilizar la cancha. Cogí la chompa que estaba en el árbol y empecé a caminar lentamente hacia la cancha.
-         Chau campeón, como en mis mejores épocas, a lo Cueto- dijo despidiéndose el borracho.
Guardó su botella y se fue caminando por la avenida Riva Güero.
Ya nadie se acordaba que había campeonado y que había hecho 198 pataditas.
Llegué a la cancha y volteé para buscarlo. Se iba a lo lejos caminando lentamente.
-         Allá va el borracho- dijo Jorge.
-         Jeje, cague de risa el borracho- dijo Benjamín.
Así lo bautizamos, como "el borracho".
Al día siguiente a la misma hora estábamos jugando partidito de nuevo en mi jardín y esperando a que terminen de nuevo “los grandes” de jugar en la cancha. El borracho nos saludó y se quedó parado en el caminito al costado de mi jardín. Ahora se fumaba un cigarro. Después de un rato se fue.
A la semana siguiente, pasó lo mismo. Jugábamos y él se apareció. Prendía su cigarro y nos observaba jugar. Se reía o se molestaba. Ya nos habíamos acostumbrado a que nos vea jugar. Era nuestro nuevo acompañante, como si fuera nuestro entrenador. Cuando terminó su cigarro se fue.
Al día siguiente, estábamos jugando a las 12 p.m. en la canchita. Era nuestra, como nunca, y eso gracias a que jugábamos con nuestros amigos mayores. Ya no nos iban a botar de nuestra cancha.
Era un partido importante, por que estaban todos los del barrio. Escogimos la gente y cada uno se fue para el lado de su cancha con su equipo.
El borracho con un andar tranquilo se apareció temprano. Caminó hacia unos arbustos cerca de la cancha, los acomodó y se formó una especie de banquita para sentarse a ver el partido.
El partido empezó y estaba concentradísimo. Sin embargo, sentía algo raro. La gente parecía que estaba preocupada por otra cosa. Alguien botó la pelota lejos y nadie la recogía. Me molesté y decidí ir a traerla.
Mientras me dirigía hacia la pelota, escuché como Genaro le reclamaba algo al borracho. Este se paró y empezó a caminar en dirección a la avenida Riva Güero.
-         Vete borracho cagón- le grito otro amigo de los mayores que estaba por ahí.
-         Fuera borracho pendejo- gritaba otro mientras se reía.
Ya cuando regresaba con el balón vi su rostro. Estaba triste y sorprendido, pero no dijo nada. Solo seguía caminando lentamente hacia la Avenida.
Cuando volvió a voltear hacia la cancha  le empezaron a llover piedras.
-         No jodan, dejen al borracho, hay que jugar- grité.
-         Borracho- gritaba alguien por ahí excitado con la situación.
Varios de mis amigos le tiraban piedras desde la cancha, sobre todo los mayores, y otros nos quedábamos mirando.
-         Ya fue, ya se fue- le escuché decir a alguien con pena.
Esa vez odié a mis amigos que eran mayores, no se por qué habían hecho algo así. Y no me importaba que nos hayan ayudado a los “menores” a jugar en la cancha. Pensaba que alguien de nosotros, le había contado que era un borracho que nos fastidiaba siempre. Quizás pudo ser eso.
El borracho volteó una vez más cuando ya había cruzado la pista. Esta vez estaba más colorado que nunca. Tenía el mismo gesto de sorpresa y tristeza.
Un bus blanco pasaba y con la mano lo llamó despavorido. Se subió y nunca más lo volvimos a ver.
Algunos le tenían miedo a los mayores. Yo ya me había peleado con ellos, pero si me peleaba solo probablemente me iban a pegar. Me quedé callado y decidí meterle foul a todos esa vez, sin ninguna excepción.